¿Por qué escoger la música para trabajar la psicomotricidad?
El procesamiento de la música ayuda a activar los dos hemisferios del cerebro.
Ambos hemisferios desempeñan misiones distintas, aunque susceptibles de ser
puestas simultáneamente en marcha con la realización de algunas actividades,
como las musicales, cuya ejecución activa las funciones del hemisferio derecho
(ligado por lo general a la emoción, la capacidad artístico-musical y
espacial) y del hemisferio izquierdo (relacionado con el lenguaje y las
operaciones lógicas).
La música influye sobre el individuo a 2 niveles diferentes: la
movilización y la musicalización. La música es energía y por tanto moviliza
a los seres humanos a partir de su nacimiento y aún desde la etapa prenatal. A
través de la escucha o la creación, la música imprime una energía de
carácter global que circula libremente en el interior de la persona para
proyectarse después a través de las múltiples vías de expresión
disponibles.
Al igual que otros estímulos portadores de
energía, la música produce un amplio abanico de respuestas que pueden ser
inmediatas, diferidas, voluntarias o involuntarias. Dependiendo de las
circunstancias personales (edad, etapa de desarrollo, estado anímico, salud
psicológica, apetencia) cada estímulo sonoro o musical puede inducir una
variedad de respuestas en las que se integran, tanto los aspectos
biofisiológicos como los aspectos efectivos y mentales de la persona. Así, el
bebé agita sus miembros cuando reconoce una canción entonada por su madre y
los adolescentes se reconfortan física y anímicamente escuchando la música
que les gusta, aunque a nosotros nos parezca ruidosa.
Teniendo en cuenta todas las características que nos presenta la música parece
necesario aprovecharla para incidir en un mejor desarrollo motor en edades tan
importantes como la infancia.
A través de la música se puede educar íntegra y armónicamente al niño/a.
Además, es muy importante que el niño/a relacione la música con la actividad,
el juego, el movimiento y la alegría, de forma que le ayude a expresar de forma
espontánea y afectivamente las sensaciones musicales.
Unir la música al aspecto físico del niño posibilita y favorece la
motricidad, la coordinación y todas las funciones físicas en un contexto de
relación interpersonal, pudiéndose potenciar aspectos que se trabajan en otras
disciplinas como la fisioterapia, pero bajo el prisma ameno y lúdico propio de
la música y los instrumentos musicales. De igual manera, en el ámbito
educativo, ayuda a la formación y desarrollo personal de los alumnos con
dificultades de aprendizaje, discapacidad psíquica y problemas de conducta
(hiperactividad, dislexia, síndrome de down, autismo, adolescentes
conflictivos, etc.)