miércoles, 17 de abril de 2019

¿Por qué la música?

¿Por qué escoger la música para trabajar la psicomotricidad?


   El procesamiento de la música ayuda a activar los dos hemisferios del cerebro. Ambos hemisferios desempeñan misiones distintas, aunque susceptibles de ser puestas simultáneamente en marcha con la realización de algunas actividades, como las musicales, cuya ejecución activa las funciones del hemisferio derecho (ligado por lo general a la emoción, la capacidad artístico-musical y espacial) y del hemisferio izquierdo (relacionado con el lenguaje y las operaciones lógicas).



  La música influye sobre el individuo a 2 niveles diferentes: la movilización y la musicalización. La música es energía y por tanto moviliza a los seres humanos a partir de su nacimiento y aún desde la etapa prenatal. A través de la escucha o la creación, la música imprime una energía de carácter global que circula libremente en el interior de la persona para proyectarse después a través de las múltiples vías de expresión disponibles.
Al igual que otros estímulos portadores de energía, la música produce un amplio abanico de respuestas que pueden ser inmediatas, diferidas, voluntarias o involuntarias. Dependiendo de las circunstancias personales (edad, etapa de desarrollo, estado anímico, salud psicológica, apetencia) cada estímulo sonoro o musical puede inducir una variedad de respuestas en las que se integran, tanto los aspectos biofisiológicos como los aspectos efectivos y mentales de la persona. Así, el bebé agita sus miembros cuando reconoce una canción entonada por su madre y los adolescentes se reconfortan física y anímicamente escuchando la música que les gusta, aunque a nosotros nos parezca ruidosa.



    Teniendo en cuenta todas las características que nos presenta la música parece necesario aprovecharla para incidir en un mejor desarrollo motor en edades tan importantes como la infancia.
    A través de la música se puede educar íntegra y armónicamente al niño/a. Además, es muy importante que el niño/a relacione la música con la actividad, el juego, el movimiento y la alegría, de forma que le ayude a expresar de forma espontánea y afectivamente las sensaciones musicales.

     Unir la música al aspecto físico del niño posibilita y favorece la motricidad, la coordinación y todas las funciones físicas en un contexto de relación interpersonal, pudiéndose potenciar aspectos que se trabajan en otras disciplinas como la fisioterapia, pero bajo el prisma ameno y lúdico propio de la música y los instrumentos musicales. De igual manera, en el ámbito educativo, ayuda a la formación y desarrollo personal de los alumnos con dificultades de aprendizaje, discapacidad psíquica y problemas de conducta (hiperactividad, dislexia, síndrome de down, autismo, adolescentes conflictivos, etc.)


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